Producir en Córdoba X - Federico Guevara Olguín

Esta es una editorial, más que una nota. Es un cierre importante al proceso de discusión sobre lo que debemos entender dentro de la esfera de acción de los productores, músicos y actores de la escena en general. Me fui hasta el Pasaje Revol 16, a hablar con Federico, quien preside la organización SONAR, es docente, divulgador, músico y productor. Arranquemos, que esta nota es extensa y apasionante:

-  Para vos ¿Qué es lo que representa el mayor desafío para nuestra música?
Antes de hablar de cualquier cosa, para mí lo más importante es pararse a mirar un horizonte y considerar: “¿Qué es lo que queremos para la música de Córdoba?”, y desde esa perspectiva debemos juntarnos todos los sectores y diseñar una estrategia, un plan colectivo. Por supuesto, después de hacer esa profunda tarea habrá que sentarse con el Estado, incluirlo, y planteárselo.
-     Y si dependiera de vos ¿Por dónde te parece que deberíamos empezar?
Pienso que depende mucho de la voluntad individual y de la voluntad sectorial; de la voluntad política de cada uno de nosotros en organizarnos en pequeñas células que le den forma a un todo. Cuando hablamos de la “Industria de la Música de Córdoba”, estamos hablando, en términos reales, de sujetos individuales conectados accidentalmente. Ninguna industria se constituye desde la informalidad. La voluntad individual tiene que convertirse en una voluntad colectiva. Si tomamos como ejemplo la industria lechera,  hablamos de las vacas y su proceso de alimentación, de los tambos, de los laburantes rurales, del pequeño productor, del encargado de procesar la materia prima, del sector que se encarga de producir los derivados de la leche, del que distribuye, del que la compra y la consume; una cadena productiva que está sujeta a un marco legal en la que participa el privado, la empresa y el Estado, que está organizado en Cámaras, organizaciones, gremios y/o sindicatos… La industria lechera no es sólo el supermercado, que en la música serían los sellos multinacionales (mainstream/mercado/negocio), sino que es una cadena de valor. Todo eso forma parte de la industria lechera de nuestro país, no son sujetos sueltos que cada uno hace lo suyo completamente desconectado del entorno, que pone leche en un sachet y la vende en la esquina.
Esa es una discusión de base, conceptual, muy importante; que a lo largo de la historia los diferentes sectores productivos dieron lugar a ese debate como instancia previa en la consolidación de una perspectiva colectiva. Lo digo con mucho respeto: Puedo tener mi emprendimiento, mi estudio de grabación, mi sello discográfico independiente, mi sala de ensayo, ser productor artístico, manager, comunicador; o ser parte de una asociación de músicos, de un sindicato, o de una escuela... pero no alcanza con eso; no alcanza con lo que yo individualmente pueda desarrollar sino en cómo articulamos los esfuerzos individuales en pos de un horizonte común. Hay que superar esa instancia individual y organizarse por sector sabiendo que las problemáticas son transversales y que las soluciones son colectivas. Si dependiera de mí, yo empezaría por crear redes, organizaciones sectoriales de cuanto actor exista en el ecosistema musical, para luego convocar a todos a una organización macro. Ahí recién podríamos diseñar una política y sentarnos con el municipio, la provincia y la nación a proponer un plan integral y estratégico a largo plazo. Por otro lado, me preocupa la consigna fácil, sin observación y sin consenso, edificada desde un intelectualismo egoísta que baja línea y le dice a los demás qué hacer, cómo hacerlo, cuando en realidad no está proponiendo nada, y encima tampoco trabaja por organizar su propio sector para luego incluirlo en un esquema mayor. Todo el mundo sabe cómo hacerlo pero nadie asume la responsabilidad de llevarlo adelante.
Con la iniciativa de la Ley Provincial de la Música estamos tratando de proponer, al menos con los músicos, un esquema mayor. Estamos haciendo el laburo fino de reunirnos con los diferentes géneros, que no están organizados, para que al menos comprendan que es importante nuclearse bajo una organización existente o, en el mejor de los casos, crear una que los contenga como sector y que, por añadidura, acompañen este proyecto de ley. Lo mismo debería suceder con los demás, las salas de ensayo, de música en vivo, sellos, productores, etcétera. Y como decís vos, algunos decidimos ir detrás de la tarea difícil, porque si no, nos quedamos en la proclamación de aquello que no tenemos y que nadie se sienta a hacerlo posible. Por suerte, somos cada vez más los que estamos comprendiendo la consigna.
-       ¿Por qué considerás que cuesta tanto organizarse para consolidar una Industria de la que tanto se habla y parece que nunca llega?
Tengo varias tesis al respecto; pero creo que lo más complejo es que no comprendemos que nuestro análisis es en sí mismo una idea tardía que no supera la tradición o la resaca del “mainstream” o “éxito” arraigado a la historia de la música nacional, la cual fue desarrollada en el seno de la gran industria. No nos olvidemos de la perspectiva histórica cuando hagamos cualquier análisis: la música independiente es un fenómeno cultural y social que tiene veinte años, mientras que la industria mundial de la música tiene casi cien. Por otro lado, considero que hay que asumir la tarea filosófica de redefinir algunas cosas: ser músico en el siglo XXI debe ser una concepción muy distinta a lo que fue ser músico en el siglo XIX o XX. Hay una ecuación estructural de fondo que debemos resolver; los músicos de éste siglo se forman con referencias simbólicas del siglo pasado o del anterior, claramente dominadas e influenciadas por la doctrina euro centrista o por el apogeo del gran mercado musical globalizante, y esa es una cuestión clave porque allí se construyó la matriz y el sentido del quehacer musical actual. Analicemos: si voy a la Universidad o a cualquier institución educativa a estudiar música, me ofrecen un programa basado, conceptualmente, en el siglo XVIII, me forman en el canon y no en el presente, entonces ¿cómo queremos avanzar así? ¿cuál es la política pública para el desarrollo de la música desde la perspectiva educativa? Se supone que es un eje transversal, un plan de estudio está muy lejos de la realidad que un chico/ca va a vivir todos los días como músico/a, y esto amplifica la capacidad de acción del libre mercado.
-       ¿Será que es complejo entender desde la política pública y, siendo músico, el verse como generador de cultura?
Yo creo que el músico sabe que es generador de cultura; quizás lo que falta asimilar es que esa cultura transforma la vida de las personas aunque un proyecto no prospere en el marco de un esquema comercial. Si nosotros hacemos algo que cambia la vida de las personas, somos agentes políticos musicales también; transformamos la realidad, al menos por un instante. Estamos haciendo un bien a las personas, pero no en términos de entretenimiento u ocio, sino en el plano de la identidad cultural. Estamos sacudiendo cuerpos y mentes, abriendo la cancha desde un lugar muy poderoso. Construimos sentido y símbolos. Entonces, si me quedo con las variables más visibles o ‘vendibles’ de lo que hago, no estoy aprovechando al cien por cien lo que genero con un acontecimiento musical. Y ese desvalor es lo que tenemos que recuperar porque es la única y legítima herramienta que tenemos para disputarle el poder a la simbología de la gran industria multinacional, de la cual aún no podemos emanciparnos, al menos, en términos filosóficos. Por otro lado, no debemos omitir la presión que ejerce el ‘mainstream’ con su lógica de eficiencia y eficacia diseminada desde su gran aparato.  Me refiero a la estética garantista, a las estrategias de marketing, los medios de comunicación obsecuentes... Estamos demasiado atentos a cosas que importan sólo en la superficie; lo cual no está mal pero no debe ser lo único que hagamos por el profesionalismo. Todos dicen: “el músico tiene que profesionalizarse”... Yo me pregunto quién asumirá la tarea de formación y, por añadidura, cuál es el perfil de profesional que necesita nuestro ecosistema musical… ¡Ese debate tiene que atravesarnos a todos!

-       La razón de ser de estas charlas es visibilizar a todos los actores que forman parte de esta actividad, ahora ¿Qué rol cumple el público? La complejidad mayor o menor del mensaje ¿Es por diseño del músico o por exigencia dada del consumidor? ¿Puede ser que la necesidad de entretenimiento, y por ende de mensajes más simplistas, se anteponga a la necesidad de obras culturalmente más elaboradas por los momentos que pasamos donde todo es estresante?
Hace unos días caminaba por la peatonal y de pronto suena un tema de “De la Rivera” con Emmanuel Horvilleur; venía de una heladería de marca reconocida, y me cambió toda la percepción del entorno por donde caminaba, y dije “que loco que los pibes de la heladería hayan puesto esto para escuchar”. Después pensé: “a lo mejor es mucho pedir, debe ser una radio donde pasan música independiente, o local”. Después dije: “quizás eso sea mucho pedir, a lo mejor es una radio importante donde pasan esa canción porque es una gran canción con un invitado muy conocido”. Ahí se me planteó decir: “Ese es el escenario al que tenemos que llegar”: Nuestra música en los medios. E imagine a todos los músicos/as como guerreros, como vikingos, y el Pop local va adelante; falta que los demás nos ubiquemos en ese esquema de ataque, falta la estrategia colectiva. Volviendo, ¿Cómo construimos una cultura del consumo de la música local? Otro análisis tardío: ¡Una tarea épica! Deberíamos incluir la idea de la formación de público emulando la tarea filosófica que promueve Jorge Dubatti para el teatro: Dejar de pensar en el oyente como un accidente sino incluirlo en ese esquema mayor. Creo que las escuelas, primaria y secundaria, son el territorio a conquistar para iniciar la formación de oyentes.
Por otro lado, cuando hablamos de la voluntad política sectorial y el entramado de su organización, pensemos en que los medios de comunicación también deben formar parte de este ecosistema musical. Retomando la primera pregunta, cuando nos sentamos a mirar el horizonte y a decidir qué queremos para la música de la provincia, ahí, al lado nuestro, tienen que estar los medios de comunicación, porque son una de las vías desde las cuales se construye y se perfila una audiencia. Si filosóficamente queremos redefinirnos, esa nueva concepción debe interpelar a los medios de comunicación. Si en mi radio voy mechando las canciones que le ‘gusta escuchar a la gente’ con canciones de una banda de Córdoba, soy propositivo. Se va construyendo la cosa... ¿Cuántos cumplen esa tarea? Sepamos que detrás de todo hay una simbología dominante que exige una estética garantista: Si le das a la gente solamente lo que quiere escuchar, lo que quiere leer, si la noticia se gesta sólo por el lanzamiento de un disco, de una presentación en vivo, o de un concierto, pero no hablamos de música en términos amplios entonces repetimos la misma lógica. Estoy generalizando, en nuestra provincia hay muchos medios y periodistas comprometidos con la cultura y la música local; Sólo estoy exponiendo una idea central. Pero, de todos modos, es necesario entrar en esa discusión de cuál es realmente el rol de los medios de comunicación. Hace cien años la gente escuchaba la radio para encontrarte con música nueva sin saber con qué se iba a encontrar, era un camino de sorpresa… No había una revista que puntuaba con estrellitas y reseñaba los nuevos lanzamientos discográficos condicionando la escucha.... En el siglo XX, la radio era el gran plan, sentarse a escuchar y descubrir a los artistas que había en la radio… Había pluralidad, diversidad… Después todo se industrializó y hoy tenemos un orden dado en el que se naturaliza que la música de córdoba no suene en los medios locales… y a la vez, la gente consume desde el streaming…
Es curioso, nosotros tenemos que ser cada vez más profesionales en este siglo dinámico y de actualización permanente pero los medios tradicionalistas siguen detrás del mismo esquema, no están dispuestos a profesionalizar su parte. El tango, el folclore y el rock nacional se proyectaron en el tiempo con la participación ideológica y teórica de muchos periodistas y medios de comunicación. Esa ecuación existe en Córdoba también, y debemos incluirla en ese esquema mayor. Si nosotros como músicos tenemos que manejar todos los niveles de información no es equitativo que los medios desarrollen su tarea de la misma forma durante años.
-       Al igual que en el Estado, si no tenés personas idóneas para llevar adelante las políticas públicas...todo termina siendo un desastre. El diálogo y la comunicación de estas vicisitudes es muy difícil con los medios, porque a veces pareciera que la preparación para afrontar ese desafío es insuficiente. Muchos directamente son comerciantes... y por otro lado las plataformas de distribución digital y los nuevos servicios de streaming tienden a favorecer las selecciones que refuerzan los hábitos de consumo de las personas. Es un círculo muy difícil de romper, ¿No?
Si, pero de todas formas la creación de público, y su formación, es un eje que tenemos que ponernos a desarrollar. Es mentira que un oyente se construye a través de un videoclip hi fi, de una buena tapa, de un concierto. Eso te lo dice gente que quiere que sigas sosteniendo esas costumbres... Es una consigna simplista que redunda en la constante inversión de capital y que no se transforma en recurso… Córdoba tiene que desarrollar un pensamiento filosófico musical que le de sustento teórico al plan de acción…
No nos obnubilemos con los titulares que dicen “en Córdoba suceden muchas cosas...”, porque históricamente en Córdoba suceden cosas… Somos una provincia transgresora… Ahora, mírame a los ojos, no es verdad todo lo que se dice de la música cordobesa...  Tampoco es mentira, sino que todo lo bueno que sucede en Córdoba a nivel música tiene que ver, mayormente, con la voluntad de un sinfín de personas (llámese músicos, productores, organizaciones, sellos, salas de música en vivo, periodistas, dirigentes, docentes, etc). Pero hay sectores que se quedan afuera: músicos/as que tienen el talento pero no tienen los recursos, y en esa esquema se vuelve a desplegar el libre mercado, o sea, el que tiene recursos tiene oportunidad. Lo que se evidencia es que, ante la multiplicidad de proyectos musicales y la ausencia de una estructura que los contenga, no alcanza sólo con la voluntad. En este momento tenemos un techo. Hay superpoblación de bandas, constantemente se publican nuevos discos, pocos lugares para tocar alimentado por un mirada reduccionista, hay pocos medios que te dan pelota, es poca la gente que va a los espacios… etc. etc. etc. Todos sabemos de esa realidad… Pero te cambio el eje, la virtud primera de la música de Córdoba es la soberanía sobre los proyectos artísticos que han asumido los músicos y músicas… Esa es una decisión política…

Por otro lado, bombardeamos a un mismo público: ¿Cómo puede ser que en un fin de semana tengas tres ofertas diferentes pero la gente que concurre es la misma? Algo estamos haciendo mal nosotros, los que participamos en este ecosistema... Para construir y formar público hay que ir a tocar a lugares no convencionales: a las escuelas primarias, secundarias, al barrio, a la plaza, al interior de la provincia... Lugares no convencionales, es decir, esos ámbitos que están por fuera de la norma o práctica aceptada socialmente y que sólo satisface los estándares de la lógica del mercado…
Pensemos, si todo se centra en los dos o tres espacios tradicionales de la ciudad de Córdoba, se acabó; si la máxima aspiración es brillar en la Voz del Interior, se acabó; si el único programa de radio que nos abre las puertas es tal... etcétera… Hay un público “fiel” de la música local, que cumple una función importantísima, que te difunde, te comparte entre su comunidad, te va a escuchar… Pero a ese público le gustan cuatro, cinco, diez bandas, y en la medida que puede los acompaña.... ¿Cómo construimos oyentes a partir de eso? Es un esquema maravilloso pero cerrado… Yo me desempeño como docente en la escuela secundaria y los pibes no tienen ni idea de que en Córdoba se hacen discos, por ejemplo... Ese escenario ya te da la pauta de cuál  es el futuro de la música local, porque si dependemos absolutamente de los músicos/as que van abriendo camino porque tienen más trayectoria, trascendencia y están en una situación ‘más privilegiada’ en cuánto al resto, ¿Qué va a pasar cuando venga esa otra generación de oyentes que está totalmente desvinculada con lo que estamos haciendo hoy? Eso es muy serio.
El sector debería plantearse una reforma, aunque sea en esa asignatura vinculada a la formación de oyentes. Los músicos tenemos que preguntarnos ¿Para qué está la asignatura música en el primaria y secundaria? ¿Qué función cumple?
-       Hoy por hoy, para ocupar horas cátedra.
    Alguno dirá que esa tarea no nos corresponde; yo creo que no sólo nos corresponde sino que tenemos responsabilidad sobre eso si no queremos que se replique el mismo viejo esquema… La asignatura música en la secundaria es el momento de ocio de los pibes. De todas maneras el “ocio” es una instancia de aprendizaje, lúdica, es un instante en el que el pibe se puede acercar a todo aquello a lo que no se acercaría por sí solo en otra instancia. Hay músicos/as haciéndolo, por supuesto; muchos hemos asumido la tarea de ganar el aula como un espacio para la construcción de otros símbolos. Pero no alcanza con la voluntad de algunos, con la personificación de las necesidades. Tenemos que generar propuestas para que este esfuerzo individual sea parte de un plan estratégico. ¿Cómo lo hacemos? Juntándonos a crear esquemas alternativos. Y como decís vos, a ningún legislador, concejal, lo que fuera, se le va a ocurrir abordar una política pública para el desarrollo de la música  e incluirla en las escuelas. Por razones como esta  nosotros creamos SONAR, que intenta generar la posibilidad de participar en esas instancias y ocupar espacios, participar en la construcción política… Llevar la formación integral del músico/a a una dimensión estratégica para el desarrollo del sector, en el que el músico comprenda su rol y asimile un abanico de saberes, y que esa estrategia sea extensiva a los demás actores.
En este mundo donde el acceso a la información es tan diferente al de siglos pasados, te enfrentas todo el tiempo con la sensación de ser un ignoto. Y hoy por hoy, no tenemos una organización ni un conocimiento acabado sobre qué situación hay que atacar primero para mejorar. Si se nos da la posibilidad de hablar con ese secretario de una entidad, un concejal, un legislador... ¿Qué es lo que vamos a plantear sobre las necesidades de la música de Córdoba? ¿Sabemos como sector lo que tenemos que decir? No estamos ni siquiera preparados para eso. Ahora...sí estamos muy entrenados para decir “acá falta esto, allá falta aquello... falta, falta, falta, no hay, no hay, no hay...”. Ya sabemos lo que falta, ya sabemos que la música tiene un problema estructural histórico… Hagamos.
Ser músico en Argentina es vivir en la informalidad, por la falta de acceso a esa formación. Yo creo que a la “gran industria” le conviene esta situación. La ‘industria multinacional de la música’ no es mala o buena en sí misma, es nociva o virtuosa de acuerdo a cómo definamos nuestra propia industria. Pero a ese denominado “mainstream” no le conviene un músico/a que sepa hacer su música, que sepa hacer su tapa, que sepa leer un contrato, que sepa auto producir sus fechas, que sepan aplicar a una convocatoria, porque siempre se ha dependido de ‘ellos’ como intermediarios, de la guita del sello, de la estructura y del aparato con el que te rodean para que vos sólo compongas las ‘cancioncitas’.

-       A esta altura no es raro ver a músicos consagrados en proyectos muy importantes, que han hecho mucho dinero, de los cuáles no viven en su día a día, sino que tienen otros proyectos o profesiones que los mantienen...
Ese es otro eje interesante. La estructura de la ‘alta música’, irónicamente, no es para nada solidaria. Cuando digo solidaria digo por ejemplo: Pensemos en SADAIC, tiene una estructura obsecuente con la gran industria, la misma lógica. El mismo logaritmo. En la medida que más actuaciones realice en lugares multitudinarios y en festivales con más sponsor, más va a crecer mi derecho de autor como socio de SADAIC. Es directamente proporcional; el dinero y el derecho son proporcionales, inaudito. Significa que no es solidario con los demás... La Industria Musical no es solidaria; y para que no se malinterprete ¿Cómo puede ser que cinco tipos se lleven toda la guita? Por ejemplo, se hace un festival en Córdoba donde traen al ‘legendario padre del rock’ y vos te morís para ir a verlo una, dos, tres veces seguidas...
-       Sacas un crédito para ir a verlo...
(Risas) Claro. Y ese músico internacional viene en el marco de una estructura global, de una industria que termina des-presupuestando a la música local. Entonces se presentan dos caminos para la inversión de los recursos: el fundador del rock cada dos años a tocando en el Kempes o  el desarrollo de la actividad musical. Las dos cosas no se pueden hacer porque no podes poner el mismo dinero en dos lugares. ¿Cuál es tu política? ¿Traer a ese músico para que la “gente sea feliz” o invertir para adentro sobre las necesidades que tienen los artistas locales? Yo lo sintetizo en eso, perfil de la política pública y definición de la música.
-       Hablemos un poco de SONAR ¿Cómo fue que nació y cuál fue su objetivo? ¿Sigue siendo el mismo?
Voy a ser muy sincero respecto de esto, porque creo que está bueno. Creo que es un testimonio del trabajo. En el dos mil doce, con la ley de la música, y por esas circunstancias de la vida, me comprometí a armar una organización de músicos en Córdoba porque venía la Ley de la Música y en la estructura orgánica de la ley participan las asociaciones civiles; acá, en ese momento y contexto particular la cosa estaba confusa; y en paralelo había que trabajar por el Art. 65 de la Ley de Medios, que habla sobre el cupo de la música independiente en las radios. ¿Quiénes se iban a encargar de llevar adelante ese trabajo en Córdoba? Las asociaciones civiles. Había una agenda con dos puntos muy importantes que debían ser atendidos en Córdoba…
Después de trabajar dos años, reuniéndome con músicos en general y amigos, coincidió que en paralelo se estaba armando una mesa de laburo en Radio Nacional, coincidimos en tiempo y espacio con algunas personas, nos fuimos juntando detrás de un objetivo colectivo, y llegamos en cuatro o cinco meses a conformar una comisión directiva mínima, exigida por la IPJ, con personas a las cuales yo no conocía. Eso fue muy loco porque estábamos armando una organización y yo, al menos, no conocía a ninguna de las personas con las cuáles estaba encarando semejante proyecto. Nos unió la convicción de trabajar por la música de la provincia… esa fue y es la premisa número uno. Los objetivos iniciales tenían que ver con el INAMU y la Ley de Medios. Una vez que te conformas como grupo y tenes objetivos claros, empezas a laburar la estructura interna de la organización. En ese proceso estamos mientras acompañamos a los músicos/as en sus diferentes procesos sin importarnos géneros, estéticas, saberes…. Hoy estamos desarrollando el trabajo pensando en Áreas que nos permitan incidir desde diferentes frentes en el esquema tradicionalista…. Atacar desde diferentes dimensiones… Una de ellas, considero la más importante, es el área de formación. El conocimiento es soberanía. Las instituciones educativas que forman músicos/as no ofrecen una preparación integral en el conjunto de saberes que nosotros consideramos como fundamentales para un músico/a del siglo XXI. Esos saberes van desde los saberes orgánicos hasta los industriales, pasando siempre por el eje del sujeto político. Nuestra visión nos hace trabajar pensando en que alcanzaremos un instituto de formación en la música. También apostamos a tener una editorial a través de la cual disputar la construcción de sentido y poner en agenda algunas temáticas necesarias para expandir los límites de la música por definición, como por ejemplo el reciente “Mujeres Músicas” en el que tratamos de visibilizar la participación de las mujeres en el ecosistema actual, han estado relegadas y son de un aporte valiosísimo; todo esto tiene que ver con nuestra visión política…

Además tenemos ciclos de circulación de música en vivo, diferentes ciclos como “Potrero”, los shows en “El Club del Fernet”, y diferentes instancias como la intención de acercar la música a las escuelas.
Por otro lado, la dimensión política en la que tratamos de estar atentos a las agendas de lo que sucede a nivel federal, tenemos articulación directa con municipios, con el INAMU, con el gobierno de la provincia, con el sector político porque estamos avanzando con el proyecto de ley... La personería jurídica te permite hacer muchas cosas que a nivel individual serían imposibles.
-       ¿En qué estado está la Ley de la Música? ¿Qué perspectivas hay de aprobación y cuáles serán los pasos a seguir, según tu visión?
La ley está en la siguiente etapa: luego de mucho debate entre las organizaciones que venímos trabajando (SONAR, UNIMUV y el Sindicato, después se sumaron otras como el FREMAC -Frente de Músicos Autoconvocados - Córdoba Roots, entre otros sectores), propusimos una iniciativa de Ley cuya identidad, sin ser igual al INAMU pero alineándose a su espíritu, permita desarrollar una política pública a largo plazo. Creemos que teniendo una herramienta primero, más la capacidad del poder político, vamos a estructurar la música con un proyecto integrador. No queremos que sea una ley exclusivamente para inyectar dinero a la actividad (como la Ley Audiovisual, por ejemplo) porque tenemos problemáticas que parten de otros diagnósticos… Qué hacemos con lo que grabamos, dónde tocamos, cómo construimos oyentes, y demás… Entonces decidimos proponer la creación de un Instituto Provincial de la Música, que su función principal va a ser trabajar con los sectores organizados de la música y con la estructura del gobierno, co-gestando y co-ejecutando políticas concretas. Por ejemplo: la música en vivo en Córdoba, como actividad, tiene muchos actores involucrados más allá del músico. Quizás el sector neurálgico de la economía musical es el propietario de la sala, público y privado, comercial o no. Ninguno tiene fácil la habilitación municipal, ninguno existe como categoría específica, no existe un incentivo que fomente la programación de música en vivo a cambio de ciertas exenciones, etcétera. Hoy, si el músico es un trabajador pero no va a poder formalizar su inserción en esta economía con un contrato, por ejemplo, que articule su vínculo con el “bolichero”, y a la vez el “bolichero” no tiene acceso a su propia formalización, llegamos a una problemática de fondo que nunca será resuelta sin el compromiso sectorial y sin la participación del Estado.
La idea es que el músico/a abandone esa posición pasiva y se asuma parte de un sector productivo.
Lo otro que es importante, es que no buscamos una “Ley del Músico” sino “de la Música”, que incluya a todos los actores del ecosistema musical provincial, los cuales, llegado el momento, deberán organizarse por sector. ¿Por qué? Porque en paralelo al proyecto legislativo, al Instituto que proyectamos, hay que tener organizaciones fuertes que dialoguen y sean consecuentes con el espíritu general de la propuesta, para que podamos determinar desde las bases el perfil del instituto y de la política pública…  En el futuro, si continuamos sobre estos ejes de trabajo, estaremos en condiciones de crear la Cámara de la Industria de la Música, que es el sueño a largo plazo, donde estemos todos los actores: músicos/as representados por las organizaciones y sindicatos, el sector productivo e industrial, el sector educativo y cultural, el sector social, donde podamos debatir cuestiones de fondo y elevar propuestas a los diferentes estratos del Estado. Una Cámara como tienen muchos sectores productivos de la cultura, el teatro, el polo audiovisuales; una organización macro como tiene la Industria lechera… Pero todo depende de aquel horizonte que planteamos al principio, la organización de las partes, sin eso es imposible… Comencemos por trabajar en la conciencia colectiva aunque a muchos no les guste hablar en términos productivos…

-       Además de regular la actividad, ser parte y tener en claro el rol que uno va ocupando en este marco regulatorio, ¿Por dónde pasa ser un músico profesional? ¿Cuáles son los puntos fundamentales?
Voy a empezar diciéndote lo que para mí no constituye el ser un músico/a profesional: no acuerdo con que un músico/a profesional es aquel que vive de eso en términos económicos. Lo económico no puede ser la unidad de medida de la profesionalización. Porque esa premisa, de entrada, plantea una desigualdad, deja afuera al infinito de músicos/as, a muchas personas que son extremadamente profesionales y, posiblemente, ponen mucho tiempo y dinero en lo que hacen, que seguramente trabajan de otra cosa y todo lo que “ganan” lo invierten en un proyecto musical tremendo, o en un emprendimiento creativo o productivo, social o cultural. Los que viven de la música son “privilegiados”, y son muy pocos. Un músico/a profesional es aquel que hace lo que hace a consciencia, tiene un conocimiento amplio de la disciplina que desarrolla y lo que no sabe se preocupa por aprenderlo. No nos olvidemos de un punto muy trascendente: Nosotros, los músicos/as, estamos mucho más cerca de hacer lo que “nos gusta” que muchísima gente en el mundo… Nos cuesta, es difícil, pero sin embargo podemos destinar tiempo de nuestras vidas al quehacer musical… En el mundo, en general, las personas no hacen lo que les gusta hacer… Además, los músicos/as nos dedicamos a crecer todos los días, se tomarnos en serio lo que hacemos pese a las circunstancias.... No claudicamos… Pero ese esfuerzo motor no está exclusivamente supeditado a recibir dinero a cambio de ese trabajo, porque hay mucha gente que recibe dinero por hacer música y no son necesariamente profesionales.
Algunos dicen que un músico/a profesional “tiene” que ser colegiado, pero no nos olvidemos que toda profesión, antes de ser profesión, fue un oficio. Y todo oficio, antes de ser oficio, fue un saber o un don o una capacidad innata del sujeto. La música como tal, antes de tanta teoría e intelecto, es parte de la condición humana, parte de su naturaleza… por eso es un derecho, porque habita en todos los hombres… Después, sobre esa idea ancestral, se construyó toda la maquinaria. Se inventaron Carreras con título oficial sobre saberes adquiridos... Se desarrollaron profesiones a partir de oficios para que el tipo/a que hacía una determinada actividad sea obsecuente con una estructura industrial… En la música pasó lo mismo. A mí me resulta inválido pensar la profesionalidad en términos exclusivos de un título académico; prefiero pensarlo como la tarea responsable que se desarrolla con amor y dedicación, todos los días, pese a todos los obstáculos y limitaciones, sabiendo que lo elegimos. Por otro lado, la profesionalidad sí está ligada a la formación, y volemos siempre a lo mismo… Hay tres tipos de educación: La informal (periférica, donde la mayoría de los músicos/as adquieren conocimiento), la no formal (que es donde estaría Sonar y muchos otros espacios) y la formal (que está muy lejos de las necesidades del ecosistema musical). Para alcanzar aquel horizonte tenemos que asumir el desafío de aprender y enseñar en el siglo XXI, romper la lógica heredada por el gran negocio musical y transformar la voluntad individual en una voluntad colectiva.


Para poder acceder y estar en contacto con SONAR, pueden dirigirse a la siguiente dirección web, donde podrán encontrar información sobre todas las actividades, gestiones y beneficios que se hacen desde la organización:
http://www.sonarindependiente.com.ar/
También pueden encontrar en Facebook la página de SONAR como:
https://www.facebook.com/sonarindependiente/
Y escribir por información a la dirección:
sonarindependiente@gmail.com

De esta manera, con la participación de Federico Guevara Olguín, hemos llegado al fin del primer ciclo de “Producir en Córdoba”, que me ha permitido reunirme con profesionales y actores de la música de Córdoba, y a la vez asimilar nuestros conflictos como escena de una forma más consciente y abarcativa. Espero sinceramente que sea de ayuda puesto que mi opinión respecto de lo que se habla es que mientras más conozcamos los inconvenientes propios y de quiénes están a nuestro alrededor, tendremos mayor entendimiento y  mejores resultados, si trabajamos con responsabilidad y determinación. Es momento de conquistar derechos, de abrir el juego de manera eficaz para terminar con los males que nos alejan de una construcción colectiva a devenir en una escena con el potencial humano y artístico a la altura de cualquier otra, de una consolidación de la eternamente incipiente industria musical cordobesa, que pide a gritos una organización coherente y razonable para todos los actores implicados en su desarrollo.
Estoy muy agradecido a ustedes, los lectores, a los productores y a todas las personas que me han apoyado en este tiempo para poder seguir adelante con este proyecto, que no solo son las entrevistas (pero eso es para otro momento). Los espero para leernos en el próximo ciclo de Producir en Córdoba.

Un afectuoso saludo.

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